Buscador

lunes, 25 de julio de 2011

La Juventud y las instituciones

Después de haber analizado los factores económicos, sociales, políticos y culturales por los que atraviesa la juventud argentina o podría decirse, los jóvenes argentinos, podemos afirmar que en esta sociedad argentina del siglo XXI no se puede tomar la categoría JUVENTUD como algo absolutamente definido por su edad o por compartir una misma franja etárea y/o generacional, como así tampoco los JÓVENES son una unidad indivisible, como una totalidad homogénea.

Queda claro que los factores arriba mencionados son determinantes para afirmar que existe una crisis de la condición juvenil, ya que ésta, está asociada a que los procesos de integración a la vida adulta ya no transcurren por una autopista central que permitía el paso de la escuela al mundo del trabajo, como había ocurrido en gran parte del siglo XX. Cada vez más, en los sectores mas empobrecidos, el trabajo ha pasado a superponerse o incluso a desplazar a la actividad escolar en la temprana adolescencia. Asimismo, la cuestión juvenil se expresa en términos de crisis de identidad y responsabilidad ciudadana, destacándose en los jóvenes de hoy una cierta anomia hacia las instituciones, principalmente hacia la política.

No todos los jóvenes tiene las mimas oportunidades, ni en el sistema productivo ni en el sistema educativo. Un ejemplo de esto puede ser que 5 de cada 10 jóvenes pobres enfrentan el rezago escolar, contra 3 de cada 10 en los sectores medios, y menos de 2 en los estratos más altos. Esto desde ya influirá en su inserción en el mercado laboral y en como este joven se socializará y construirá su identidad.

Ante las desigualdades existentes, garantizar una educación básica que faculte a los jóvenes de sectores populares a una base sólida de conocimientos que les permita analizar y comprender el mundo de la naturaleza y de las cosas, como así también el mundo humano, social, político, cultural, estético y artístico se hace indispensable. De ésta manera, el joven se formaría como un sujeto autónomo y protagonista de ciudadanía activa, y no reducido a un "ciudadano productivo", explotado, obediente, despolitizado y que es determinado por el mercado.

Lo que subyace es una falta de definición clara en torno a las políticas públicas nacionales en lo que a juventud se refiere, lo que provoca que los recursos existentes no se canalicen en acciones que contribuyan al desarrollo integral del joven. Es así como la pobreza estructural va de la mano del deterioro en el acceso a la educación, de la imposibilidad de acceder a un sistema preventivo de salud, de la inexistencia de un sistema de justicia que cuente con un régimen de debido proceso para este sector de la población, y a esto le podríamos sumar la explotación laboral que sufren miles de jóvenes ante leyes que favorecen al explotador.

El desafío más complejo y, al mismo tiempo, urgente, es la definición de políticas públicas que garanticen el derecho digno de la vida a un contingente de jóvenes, especialmente de las clases populares, empujados a la mendicidad, al empleo precario, a la exclusión educativa, e incluso, a la prostitución, al tráfico de drogas o a actividades criminales.

Una política pública de contenido básico y fundamental debe ser una política que busque articular ciencia, conocimiento, cultura y trabajo y no debe ser homogeneizadora, atomizadota y particularista. Las políticas públicas deben tener en cuenta las singularidades de los sujetos y sus particularidades históricas, mas debe desenvolver una gran universalidad histórica, construida en la diversidad, esto es, la unidad de lo diverso.

Cualquier programa de juventud, ya sea a nivel nacional, provincial o municipal es indispensable que ligue las dimensiones educativas, laborales y de desarrollo social del joven, y que lo incorpore en actividades comunitarias y éstas, deben poner especial énfasis en los segmentos más excluidos.

También es muy importante la participación activa de los jóvenes en la discusión, implementación y ejecución de los programas.

La participación debe traducirse en la insistencia del reconocimiento de que los jóvenes deben ejercer una función protagonista de todas las políticas de juventud, sean políticas públicas del Estado, o sean conducidas en el ámbito de la sociedad civil. En síntesis, cualquier política para juventud debe ser DE, PARA y CON los jóvenes.

Lo que queda claro es que la privación, ya sea de medios de educación, de trabajo adecuado, de políticas públicas adecuadas, implica comprometer el futuro próximo de nuestro país profundizando aún mas el subdesarrollo y la desigualdad. Es por lo tanto fundamental construir hoy un país bajo nuevas bases económicas e institucionales de inclusión, participación e igualdad para las actuales y las nuevas generaciones de jóvenes. Es todo un desafío, pero vale la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

PRO Vida

Sonría lo estamos Filmando