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martes, 23 de agosto de 2011

Necesitamos Lideres y no Jefes

La autoridad estará en crisis cuando quien manda se contente con ser un administrador /jefe), sin decidirse a convertirse en líder.
Lo que necesita una nación o cualquier grupo grande o pequeño, es tener al frente, no a un oportunista arrogante, sino a un servidor sincero.
1) Para el jefe, la autoridad es un privilegio de mando; para el líder, un privilegio de servicio. El jefe ordena: "Aquí mando yo", el líder dice: "aquí sirvo yo"; el jefe empuja al grupo y el líder va al frente, comprometiendo con sus acciones.
2) El jefe existe por la autoridad; el líder, por la buena voluntad. El jefe cree que es suficiente una investidura de mando conferida desde fuera para conformar el pequeño planeta sobre el que impera. El líder no necesita exhibir credenciales de legítima autoridad; su dinamismo y actitud de entrega son las mejores cartas con que los seguidores se enteran de que tienen una autoridad que no precisa imponer argumentos externos, sino por ejemplos entrañables.
3) El jefe inspira miedo, se le teme, se le da vuelta; se le sonríe de frente y se le critica de espaldas. El líder inspira confianza, inyecta entusiasmo, da poder a su gente; cuando él está presente fortalece al grupo.
4) El jefe hace del trabajo una carga; el líder, un privilegio. Los que tienen un líder, pueden cansarse del trabajo, pero jamás se fastidian.
5) El jefe sabe cómo se hacen las cosas; el líder enseña cómo deben hacerse.
6) El jefe maneja a la gente; el líder la prepara. El jefe masifica a las personas, las convierte en números. El líder conoce a cada uno de sus colaboradores, los trata como personas, no los usa como cosas, sabe que la comunidad no es una masa amorfa.
7) El jefe dice "vaya", el líder dice "vayamos".
8) El jefe llega a tiempo; el líder llega adelantado. Este es el santo y seña del verdadero líder :" un pié adelante del grupo, una mirada más allá de los seguidores". El que ve más allá que los otros es un líder, el que vaticina, el que inspira y señala con un brazo en alto, el que no se contenta con lo posible, sino con lo imposible.
Hace de la gente ordinaria, gente extraordinaria; la compromete con una misión y la amalgama en la fe de realizar un sueño que le permita la trascendencia y la realización; le da significado a la vida de sus seguidores, un porqué vivir, es un arquitecto de lo humano.

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