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lunes, 12 de septiembre de 2011

Por qué no soy ni católico ni protestante, sino cristiano

Creo en la libertad. Y aborrezco la persecución por razón de ideas. Por eso aquellas ideas que defienden, directa o indirectamente, ser impuestas por la fuerza me parecen simplemente rechazables. Es por ello que no soy ni católico ni protestante, sino solamente cristiano.

No creo que haga falta argumentar mucho para llegar a la conclusión de que a lo largo de la Historia la Iglesia Católica ha intentado imponer sus ideas religiosas por la fuerza, persiguiendo, torturando y matando (dependiendo de los casos y las circunstancias sociales) a aquellos que no se plegaban a sus deseos. Rechazable.

El protestantismo clásico no fue mucho mejor. Probablemente algo, pero, repito, no mucho. Y es que tanto Lutero como Calvino persiguieron a los que predicaban contra el luteranismo y el calvinismo, incluidos aquellos que predicaban bautismo solamente a adultos (que, dicho sea de paso, fueron perseguidos por ambas religiones, católica y protestante).

No pretendo decir que yo tengo la exclusividad del cristianismo, y que dentro de las iglesias católicas y protestantes no hay cristianos. El cristianismo es algo personal, y por lo tanto cada persona, independientemente de la iglesia a la que asista, deberá dar cuenta a Dios individualmente por su relación con El a través de Jesús. Por lo tanto, en cuanto a todas las iglesias en general, y en particular a las católicas y protestantes, ya que de ellas estoy hablando, es evidente que ni son todos los que están (hay mucho religioso exterior) ni están todos los que son (hay muchos verdaderos cristianos fuera).

Pero si de lo que hablamos es de libertad y amor, particularmente de libertad religiosa y amor cristiano, no tengo más remedio que concluir que ni la iglesia católica ni las iglesias protestantes merecen la definición de iglesias cristianas (independientemente, repito, de que haya individuos dentro de ellas que sí merezcan ser llamados cristianos verdaderos) en función de que todas ellas han intentado imponer sus ideas a las personas mediante la fuerza, llagando a asesinar a muchos que no cedieron, y si han cambiado semejantes prácticas no ha sido por voluntad propia, sino porque los tiempos les han obligado a la transformación.

No, decididamente ni soy católico ni soy protestante. Ni quiero serlo. Solamente quiero ser cristiano, es decir, un seguidor de Jesús, que intenta imitarle cada día, a pesar de mis múltiples fallos. Nada más, nada menos.

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