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viernes, 10 de febrero de 2012

Debilidad Psicologica vs Libertad (Anónimo)


Un individuo psicológicamente débil y desmoralizado, preocupado por su supervivencia y asilado, no va a poder responder ni organizarse eficazmente contra la tiranía.
Aislar a un individuo o a una sociedad entera para dominarlo
Todo individuo se nutre de energía. Energía económica por un lado y energía social y vital por otro. Se trata por tanto de reducir esa energía. Mantener a la mayoría de la población en un estado continuo de ansiedad interior. Funciona porque la gente está demasiado ocupada asegurando su propia supervivencia o luchando por ella como para construir una respuesta eficaz.
Un entorno desmotivador -por la falta de expectativas y la falta de autoestima- consigue reducir la energía social y vital del individuo. La falta de dinero también influye en la energía social del individuo causando desmotivación y apatía. Otros elementos castradores, como lo políticamente correcto, el castigo al individualismo o el aislamiento, también contribuyen a reducir la energía social de un individuo.

Podemos suprimir aun más la potencia psicológica del individuo mediante el colectivismo. Un yo debilitado psicológicamente no va a poder generar la capacidad de liderazgo para hacer frente al entorno y cambiarlo. La insistencia del trabajo en equipo o la demonización del lobo solitario o las individualidades a favor de lo políticamente correcto o de unos valores colectivistas son ejemplos de este tipo de argucias, al igual que la eliminación del espíritu crítico en la educación a favor de valores sociales.

Es a través de la libertad del individuo como se construye una sociedad libre, no hay otra forma. La piedra angular de la libertad son nuestros derechos individuales y nuestra intimidad personal, y eso es precisamente lo que está en juego. Si el sistema de dominación se basa en debilitar psicológicamente el yo del individuo, la contra únicamente puede estar en el reforzamiento de ese yo.

Solo a través el reforzamiento del yo podremos enfrentarnos al entorno para cambiar las cosas y tomar conciencia de que nadie nos tiene que dar la libertad, porque somos libres. Dicen las crónicas que "nuestros antes" tenían como valor supremo su libertad, y ya es hora de que recuperemos esa consciencia y ese espíritu. Todo sistema de dominación social tiene un punto débil, y es que necesita de nuestro consentimiento.

Es fácil vender imágenes demagógicas a sociedades desmoralizadas. Todos los totalitarismos se basan en eso porque son una solución a una vida insegura y atomizada: someter a la población y llevar a la sociedad a una fuerte situación de inseguridad, angustia y terror, de manera que la gente llegue a sentirse tan desbordada que pida a gritos una solución, la que sea.

John Stuart Mill, en el capítulo tercero de Sobre la libertad (On liberty), se muestra claro al respecto, cuando señala que el ser humano que permite que su mundo le imponga elecciones ajenas a él, sólo puede aspirar a alcanzar la facultad de imitación propia de los simios. La libertad de elección, de ación, es tan importante que sin ella no se pueden desplegar las facultades humanas de percepción, de discriminación, de juicio, de actividad mental e incluso de preferencias morales.











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